
Vida de Anita Muirragui
Narrando su vida
Nuestra Anita como toda una artista narró sobre sus primeros años de vida recorriendo lugares emblemáticos
Con su puño y letra
Jugando con su nieta, escribió sobre su niñez y su gran amor a sus 94 años
LA VIDA DE ANITA MUIRRAGUI, A BREVES RASGOS
Qué difícil describir el perfil de una mujer multifacética como nuestra madre y abuelita! ...así que vamos a empezar como lo hacen todas las biografías y después tendremos los recuerdos que guardamos de ella:
Según el registro histórico de su abuelo Rafael Carillo: “El 25 de marzo de 1922, nace la niña Ana Raquel el sábado en Riobamba a las 11 del día”. Su padre es Carlos Muirragui y su madre Clotilde Carrillo -la Cuticita-, que le puso su nombre en honor a Santa Ana, madre de la Virgen María. Su amada hermana fue Rosita Inés.
Pasó los primeros 4 años de su vida en Pallatanga, en la hacienda del abuelo Rafael Carrillo, rodeada de tíos y tías (Rafico, Jerónimo, Victorita y otros), y de su prima Michita.
Mucho después se acordará que Carlos Repetto, esposo de una prima de la Cuticita, vino un día para llevarle a Riobamba, a la quinta de la Tiíta, donde vivió toda la ternura que es posible entre una niña y una mujer mayor que había perdido parcialmente la vista, pero tuvo la dicha de contemplar el mundo a través de los ojos de esta niña vivaz y juguetona. Estos recuerdos repletos de ternura y juegos, le acompañarán siempre, y los compartirá con muchos de nosotros, de nosotras, en incontables anécdotas e historias. Los pocos años que vivió en la Quinta El Líbano dejaron una huella tan profunda que tal vez ahora mismo, en algún lugar precioso de su corazón sigue afirmando la vida con alegría.
Seguramente muchos nos acordamos de la frase “Tiita, ya vienen los Arguello!” o de esta otra: “Mamá se amanecía cocinando manjares para los invitados... y quedaba más que pagada cuando todos decían “pero qué manos los de la Cuti!”.
Rosita, su hermana mayor, desde niña demostró su gran habilidad para la pintura; dos de sus cuadros fueron entregados a un concejal del municipio de Riobamba, como muestra de que sería justo otorgarle una beca para que estudie en el Colegio de Bellas Artes en Quito. Hubo la promesa, pero no fue cumplida. De todas maneras, la Cuticita y sus dos hijas se trasladaron a Quito, a la calle Pereira. Nuestra Anita continuó la primaria con las Hermanas de La Caridad, a un costado del convento de San Francisco.
En esa época, un viernes santo, a regañadientes salió a comprar el queso que faltaba para la fanesca, y en un descuido ocurrió aquel triste accidente con una moto, que le limitó la movilidad de su brazo izquierdo.
Años después hizo la secundaria en el Liceo Fernández Madrid, donde conoció la talla de algunas de sus maestras, como Zoila Ugarte de Landívar y María Angélica Idrovo, así como la calidad humana de Mr. Molina, su profesor de inglés. En este tiempo estuvo interna porque la Cuticita trabajaba como Maestra rural en la parroquia de Checa.
En este tiempo también conoce el perfil profesional, la inteligencia y elocuencia de su papá, y crecen entrañablemente la admiración y el cariño hacia él.
En 1940 se gradúa como contadora y poco después pasa a trabajar en la Botica Pichincha por recomendación de un amigo de su papá, donde conoce a un compañero de trabajo llegado de Guayaquil, que después pasaría a ser su gran amor. Todo empezó con la caligrafía del Boticario Chérrez, que Anita no lograba descifrar. Años más tarde recordarían entre bromas cómo la amistad fue convirtiéndose en amor. Según él, ella le decía: “no me seguirá, que voy a coger el Colón Camal que baja por la Maldonado”...pero ella aclaraba que era todo lo contrario...lo cierto es que siempre fue para él la niña de sus ojos.
En abril de 1942, Ramón y Anita contraen matrimonio y dan la vida a 6 hijos y 3 hijas que crecieron, crecimos, al abrigo de su palabra encarnada en anécdotas e historias.
Carlos nace el día siguiente de la navidad, porque como ella es riobambeña, cede el turno a la Madre de El Salvador. Nelson lleva su nombre por la buena impresión que le dejó un personaje del cine, el Almirante Nelson, y nace con una marca similar a la de un dije que se le perdió durante el embarazo.
En 1946 nace Ramón, con dotes de simpatía y creatividad que le acompañan hasta ahora. !Apenas doce meses después! viene Jorge, que con pocos meses de vida viaja con su familia por la vía de Chiriboga a Santo Domingo, cuando ésta decide trasladarse a tierra Tsáchila, parroquia rural de Quito en ese tiempo, y donde la Rosita, su hermana, ya estaba instalada.
En 1950 nace Pepe, el primero que nació en Santo Domingo. Ño Pito crece impactado por la cantidad de camiones que circulan a pocos metros de la botica...así que un día se subió a un tractor… -Alguien se acuerda qué pasó?- El día de San José, dos años después, hubo mucha alegría por la llegada de la primera hija mujer, la bella Anita de Lourdes.
En 1957, mientras atendía en la Botica al Sr. Borja, mamá le pide esperar un momentito … empieza la labor de parto y el enfermero no asoma, así que Cecilia es recibida por su papá. Tiempo después el sr. Borja pregunta qué será de la sra. Anita, porque todavía no me da el vuelto!...qué tranquilos eran esos tiempos!. En 1959, el día de la Virgen Inmaculada, nació Toñito, un hermoso niño de energía vibrante y muy pegado a su mamá; se convirtió en angelito en 1968. Su muerte prematura le dejó a nuestra madre una tristeza profunda e insuperable.
Y finalmente, en septiembre de 1962, rodeada de hermanos y hermanas mayores que le miman muchísimo, nace una niña cuyo nombre no fue inscrito como se había previsto, y después recibió el de Chanita, puesto por Toñito, y hasta tiene una pequeña canción creada por Ramón.
Gracias madre por darnos la vida !!
Nuestra mamá y abuelita fue además una incansable trabajadora, el pilar central de la Botica, apoyo permanente de su marido -dedicado a poner todo su esfuerzo en el ámbito público- y además, encantadora!! Aquí, algunos recuerdos preciados que guardamos de ella:
Carlos - El cuidado, la ternura, la nostalgia se juntan: quizá tendría dos años... en el patio empedrado de la casa de la Manuel Larrea me veo sentado metiendo y sacando una tusa de choclo en una botella de boca ancha mientras mamá lavaba ropa, y sucedió lo que tenía que suceder, la botella impactó en el suelo y se rompió, el dedo anular derecho sangraba a borbotones, supongo que me llevaron al médico y me cosieron la enorme herida más de 4 centímetros que desde entonces me acompaña. Me veo arrodillado junto a mamá antes de meterme en la cama, rezando Angelito de la Guarda, dulce compañía. Recuerdo el viaje primero a Santo Domingo; una Navidad en la primera Botica y el regalo que nunca olvido…un palo como si fuese de escoba que tenía en un extremo una hermosa cabeza de caballo con unas riendas…fui el niño más feliz de la tierra, cabalgando todo lo que mi imaginación me permitía. Mucho después, desde que viajé a España en 1961 y hasta casi 1990, hubo cartas mensuales de ida y vuelta, y sus llamadas en cada cumpleaños de mis hijos, nunca se olvidó año tras año … y sus llantos inconsolables cuando me despedía en el aeropuerto o al final en la Quiteño Libre.
Lulu - Ejemplo de responsabilidad en el cuidado y protección de su hogar, con inteligencia y amor: Cuando era una niña de tal vez 3 años, estábamos en la terraza de la casa a punto de que nos tomen una foto. Seguramente había una fiesta y me habían vestido de sevillana. Me peinaba con dedicación, haciéndome rizos. Me agarró de la mano y me dijo tienes que expresar tu felicidad. No puedo olvidarme de esa expresión de amor profundo a su hija. La recuerdo siempre escribiendo en el escritorio, atareada; y su condición de custodia de su familia.
En los últimos años, aquí en la suite, cómo me acariciaba y me besaba en la frente! Y compartiendo con mis nietas, que aprendieron a amar a su abuela compartiendo algo sabroso, jugando con ella. Mamá disfrutaba viéndoles hacer piruetas y se reía mucho.
Cuando nació mi hijo, fue muy feliz.
Jorge - Ejemplo y guía: Como una bendición me tocó “trabajar” y compartir con mamá actividades administrativas, desde agosto de 1974 hasta finales del 2004, cuando ya tuvo que ausentarse de su compromiso con Santo Domingo. Nuestros padres fueron la pareja ideal para emprender la titánica misión de iniciar en esta región un servicio del que se carecía, para llevar alivio y sanación a las familias que pasaban penurias por el clima subtropical.
Mamá fue la esposa y compañera que apoyó permanentemente a papá. No le escuché palabras de inconformidad o reproche para él a pesar de las tareas, cargos y funciones difíciles y de mucha responsabilidad que asumió por décadas durante su vida pública. Mamá fue una sabia consejera y motivadora.
Excelente madre, siempre preocupada por la educación de sus hijos. Excelente esposa, con mucha capacidad cubría las responsabilidades profesionales en la Botica.
En cuanto al trabajo junto a mi madre, experimenté el adecuar la preparación administrativa que había recibido, con las enseñanzas prácticas que tenía en el día a día de mamá y papá.
A base de sentencias y refranes iba conociendo la realidad del mundo comercial: “no comerás gallina gorda de mano ajena” – “no alabes ni desalabes hasta que….” y otro que hasta ahora da vueltas en mi cabeza “el que nada tiene alegre vive”, y que todavía no lo acepto plenamente.
Por su entrega y amabilidad, amigos y extensas familias de Santo Domingo guardan un afecto especial por nuestra madre. Por su calidad humana, generosa y solidaria, con frecuencia era escogida como madrina y benefactora. Por eso tiene decenas de compadres y ahijados que le recuerdan con cariño y preguntan por su estado de salud.
Nos deja principios éticos, morales y de honorabilidad. Su formación religiosa primó como directriz en sus actos, defensora de la dignidad humana y de a verdad.
Omito mencionar anécdotas dignas para el olvido. Momentos lamentables que se enfrentaron fruto de calumnias de adversarios políticos a quienes les fastidiaba la honestidad y honradez de nuestro padre.
Damos gracias a Dios por habernos bendecido con los padres que tuvimos.
Pepe - Animando a nuevos retos: Siendo el año 1959, en el salón de actos de la Pío XII, los estudiantes interpretamos una canción clásica: Los Remeros del Volga. Ño Pito era parte del coro dirigido por el Padre Tinajero. Después de la presentación, con auditorio lleno, la mamá no quedó satisfecha…qué le vamos a hacer! Años más tarde, la calidad artística de su 5to hijito quedó probada cuando formó parte del famoso coro del Colegio La Salle.
Cuando tenía 17 años, me dio el encargo de administrar la Botica mientras duraba su viaje a Europa con su marido y las dos hijas mayores. Y en el 2001, profundamente afectada por la muerte de nuestro padre, me pidió asumir la presidencia de la Botica Santo Domingo, que ejercí por más de 10 años, periodo en que se modernizó la infraestructura física y los sistemas tecnológicos de la Botica.
Cecilia - Memoria, ternura y emoción: He tenido la suerte de compartir con nuestra madre y abuelita incontables momentos en que sus recuerdos de la infancia y la juventud se fueron convirtiendo en alegre refugio.
Le agradezco por rezar con mis hijos después de sus extenuantes jornadas de trabajo. Le agradezco la ternura de abrirles el corazón a mis nietas y nietos, y nombrarles a pesar de su memoria tan disminuida de los últimos años...
También agradecerle por momentos de intensa emoción. Quiero compartirles la experiencia del viaje a Riobamba en 1972 o ‘73...un regalo para ella de nuestro papá...regresar después de tanto tiempo a la ciudad donde había sido muy feliz; quería encontrarse con la quinta de la Tiita! Pero la ciudad había crecido demasiado... si quedaba a solo 1 km de la estación del tren debía estar más o menos por aquí...de repente, distinguió el rosal que seguía ahí. Los ojos le brillaron. De la casa sólo quedaba el primer piso y estaba casi en ruinas, pero ahí estaba el rosal junto al muro, después de más de 40 años, como esperándole. Tuve la nítida impresión de que llegamos, llegó, justo a tiempo para reencontrarse con ese pedacito de su vida en Riobamba.
Chanita - El arte de ponerle magia a los días: !Cómo llenaba de alegría el ambiente familiar, y se convertía en artista!. Con esa gracia inolvidable me entregó una muñeca a su regreso del viaje a Europa en 1966. Le recuerdo contando relatos de su infancia, con tanto detalle, que nos transportaba a todos a Riobamba, contagiándonos su admiración por el Chimborazo. Sus largas jornadas de trabajo en la Botica de 8 de la mañana a 11 de la noche, tantas veces sentada frente a la máquina de escribir haciendo “los pedidos”, no eran impedimento para que me permita jugar a peinarle con mis manos de niña. Le veo con sus galas de domingo para ir a misa y porque ese día la botica era más visitada ...o porque el domingo era un día especial que empezaba con un delicioso desayuno con hígado estofado y seguía con un almuerzo con gallinas criadas en el patio; y más tarde, hasta la noche, seguía con sus responsabilidades administrativas. Cautivó nuestro paladar con la fanesca, la cazuela, el aguado de gallina, la colada morada, los pasteles batidos con sus manos, los deliciosos pavos al horno con sorpresivos ingredientes incorporados al vuelo por el marido. Hoy, ya no son sólo los recuerdos de hija sino de todo un compartir como madre y abuela que nos llena de alegría, amor y bendiciones a mí, a sus nietas, al nuevo hijo y nieto. Ha sido compañera de excursiones, paseos familiares, partidos de fútbol, de jugar a las Damas y el Rumi, de bailar, contarnos el chiste de fanega y media, y compartir travesuras. Nuestra Anita nos ha marcado posando para las fotos con su manito a un lado o sus frases para cada situación.
Nelson - La inocente picardía: a fines de los años 70 o inicios de los 80, durante una reunión organizada por el Supermaxi en la que habían muchos bocaditos y bebidas, en especial cocteles... mientras disfrutábamos de la conversación, mamá se sirvió algunas copas del juguito amarillo, que estaba bueno y sabroso. Pero al salir, cuando sintió sus piernas pesadas,recién se enteró que lo que había tomado tenía buenas dosis de vodka … fue un momento disipado, levantando la copa varias veces.
Ramón - El inicio de una transición: De lo mejor que guardo de mamá es esta carta escrita en 2007 o 2008:
“He venido a visitar Santo Domingo, tengo recuerdos muy cariñosos de mi estancia aquí. Estoy con Ramoncito por casualidad, es algo muy emocionante. Vivo en Quito, en la calle Quiteño Libre. Para mí esto es muy difícil, soy sola, y al haber venido, los recuerdos son tan lejanos”.
Qué tristeza ver a mis hijos, quisiera darles tantas cosas pero el tiempo ha transcurrido tan velozmente que me he quedado corta ante tantas cosas que hubiera querido decir y preguntar”
Año tras año empiezan a llegar los nietos: el primero en 1966, el último en 1999. El árbol tiene muchas ramas, que acogen a 16 nietos y 10 nietas, 22 bisnietos y 20 bisnietas, 1 tataranieto. Además, 24 hijos/as y nietos/as nuevos que llegaron por el amor. Por eso es muy significativo que estén aquí quienes les inauguraron de padres y abuelos. Gracias Carlos-hijo y Carlos-nieto por haber venido.
Recordemos que la felicidad de ser abuelos les llevó a plantearse un viaje a Europa, pero en barco, porque el avión le daba pánico a nuestra mamá...Para el regreso, felizmente, ya se animó a probar la vía más rápida.
Nuestra Anita tuvo la dicha de bien-amar y ser bien-amada. Esta reunión es una muestra de ello. Muchas gracias Leonorita por estar aquí.
Ramón y Anita no festejaban sus cumpleaños, sino sus santos: el 26 de julio, Santa Ana, el 31 de agosto, San Ramón. Eran días de fiesta y de disfrutar la deliciosa comida preparada en la cocina de la botica, con la ayuda maravillosa de la Rosita, la Cuticita, a veces también la Leonorita. El buen humor y el cariño con que se compartía este trabajo llenaban el ambiente y eran parte de la sazón. El resultado era una mesa repleta de potajes. Por su parte, compadres y gente sencilla y generosa de Santo Domingo les traían regalos del campo.
En el 2000, después de perder a su compañero de vida, luego de más de 20 años de cuidarle con mucha dedicación, nuestra madre empieza una nueva etapa en la que poco a poco su trabajo y liderazgo en la Botica disminuyen. A partir del 2004 se instala definitivamente en Quito, es momento de descansar rodeada de hijos y nietos. El cuidado y compañía de las tres hijas es decisivo.
Es un nuevo momento. Nuestra mamá y abuelita va perdiendo poco a poco la conexión con el presente, se le hace difícil recordar hechos o nombres, pero en momentos de lucidez sale nuevamente su elocuencia al hacer un brindis o expresar sus emociones más profundas, conmoviendo a todos. Después de muchos años de trabajo, ve su vida con otros colores y se permite hacer travesuras, chistes y descansar. Su centro geriátrico se convierte en un apoyo importante. Aflora con nuevo ímpetu su gusto por compartir en familia juegos, refranes y paseos.
Nuestra Anita es el centro de la familia. La casa de los abuelos en la Quiteño Libre es el centro de las reuniones familiares, un recuerdo intacto para todos sus nietos. La ternura que compartió con su Tiita, ahora es para todos, sobre todo nietas y nietos. Pero en julio de 2017 su salud se debilita y debemos tomar la decisión de cambiar su residencia a Cumbayá.
Bien sabemos que la vida se sostiene en redes de afecto y cuidado. Las etapas de la vida de nuestra madre y abuelita que hemos recorrido, han sido posibles gracias a personas responsables, generosas y buenas, que nos han ayudado muchísimo en Santo Domingo, en la Quiteño Libre y en Cumbayá. Nuestra gratitud para Rosita y Emilia Santín, Digna Andrango y Myriam Guzmán.
Decíamos que somos las ramas de un frondoso árbol que empezó a germinar hace 80 años, cuando Ramón Chérrez y Anita Muirragui unieron sus vidas el 9 de Abril de 1942. Con el nacimiento de Wesley, bisnieto de Lourdecita, inicia la cuarta generación. Vivirán tiempos futuros que no podemos imaginar, solo esperamos que honren la memoria de sus abuelos.
Veamos cómo han engrosado las ramas de este frondoso árbol:
Carlos & Elviry
Carlos y Maricarmen: María, Isabela
Javier y Bernardete: Nicolás, Christian, Vivi, Lili
Ana Mónica: Carolina, Javier, Alejandra, Miguel
Checho y Teresa: Carla, Diego, Gaby
Nelson & Ceci
Nelson Xavier y Meche: Joselyn, Martín, Emilia
Juan Pablo y Ángela: Santi
Gabriel y Paula: Juan Daniel
Ramón & Miryam
Sofi
Santiago y Ruth: Mario Javier, Thiago
Quequi y Julián: Sergio Fernando, Andrés Esteban
Jorge & Marti
Moni Ceci y Freddy: Javier, Martín
Jorge y Vanesa: Ivanna, José Ignacio, Gabriel
Ramón
Cesitar
José & Rossy
José Antonio y Cristina: Sebastián, Alex
Christian y Sara: Kristen
Esteban
Lourdes & Eduardo
Galo Antonio
Vero y Paúl: Juan José y Julia, Emilia y Spencer: El Tataranieto: Wesley
María José: María Pía, José Enrique, Valentina, Cayetana
Marce y Francisco: Francisca, Victoria
Cecilia
Alejandra y Juan Pablo: Aurora y Alonso
Daniel y Manuela: Eleonora y Octavio
Pablo
Sandra & Renato
María Sol
Caro&Feli
Y vendrán más, a partir de esta semilla de Anita y Ramón